martes, 31 de enero de 2012

Educación para qué



En solidaridad con todos los compañeros académicos y administrativos que han sido injustamente despedidos de la UACM y con todos aquellos que siguen en la lucha.



La educación, incluso desde antes de ser impartida institucionalmente, es uno de los elementos centrales de la humanidad, es un factor de cohesión social, también de formación de conciencia autónoma; es una variable que da identidad, que da pertenencia y que por tanto da sentido de existencia como sujeto y como comunidad.
La educación no es un recetario de contenidos, ni de patrones de conducta; es un acto colectivo de encuentro, un proceso social de significación del cosmos que luego se materializará, mas no se impondrá, como normas de convivencia.
La educación es entonces activa, y por activa entendemos pues, que tiene postura, que duda, que pregunta, que afirma y que argumenta; que no es neutra, que parte de la experiencia personal y colectiva específica, y que desde ahí, desde la localidad (y no desde la universalidad), se vuelve verdadera u objetiva. La realidad se construye, no se descubre.
La especie humana no se destaca por una anatomía especializada a algún ecosistema; en todo caso resalta, a lado de las especializadas anatomías de otras especies, nuestra precoz y torpe anatomía. No obstante, la construcción de lo que algunos llaman segunda naturaleza, la cultura, ha sido central para permitirnos convivir con las demás especies, en ecosistemas diversos, y así sobrevivir. La educación (sea institucional o no), que transmite la cultura, es entonces tal vez uno de las causas de que sigamos y de que queramos seguir existiendo.
La educación institucional es, o al menos debiera ser, la creación de los espacios físicos e intelectuales para conocer y contrastar los saberes más universalizados, que son muchas veces llevados a varios rincones por medio de la fuerza, pero que aun así nos dan pertenencia como especie humana; y los saberes que son más locales que nos permiten compartir y pertenecer a grupos o comunidades más específicas.
La educación institucional es, o debiera ser, un sistema para proveer a los sujetos de las herramientas para significar a la naturaleza, para construir su realidad de manera individual pero a la vez en un ejercicio colectivo de interacción social y cooperación. Es, por ser para el bien común, una actividad conjunta, de vinculación, de empatía, de inclusión y no de exclusión, ni de subordinación, ni de humillación.
Lamentablemente, las tendencias ideológicas de los últimos treinta años han llevado a la deshumanización de la educación. Encumbrando la premisa engañosa de que del conocimiento tecnocientífico emana una realidad pura sin casi intervención del sujeto, se ha intentado fundamentar que ese conocimiento es irrefutable y por tanto universal.
Originando la creación de programas académicos estandarizados basados únicamente en elementos de eficiencia tecnocientífica, sin tomar en cuenta rasgos cualitativos de los sujetos; creando también mecanismos de calificación de personas e instituciones de acuerdo, únicamente, a las reglas de esta misma ideología. Fomentando, también, la eliminación o la exclusión del conocimiento humanístico y artístico, intentando sobajarlas a actividades de espectáculo y de ocio, buscando quitarles su potencial cognitivo.
Pero más preocupante, la sistemática racionalización, por medio de la exclusión premeditada, del servicio educativo para evitar la sobredemanda laboral y para tener una sociedad más manejable. Los filtros son varios; el más evidente, la reducción presupuestal a la educación pública para decrecer la oferta y las capacidades para mejorar la calidad. Pero igual de importantes, los filtros en muchas escuelas públicas; altas cuotas, rigidez en el horario, exámenes de ingreso antipedagógicos que socavan la cooperación, que incentivan una competitividad negativa y que funcionan más como filtros socioeconómicos que cognitivos.
La educación, por ser parte fundamental de nuestra supervivencia como especie, debe tener nuestra mayor atención posible. Y como ya dijimos presentar una postura crítica y no escurrirnos en discursos presumiblemente neutros, no.
La educación tiene que ser pública, gratuita, incluyente social y cognitivamente, con diversas modalidades de evaluación, con visiones distintas que permitan la integración de varias formas de conocer, con múltiples formas de enseñar, entre otras cosas. Y no por eso, lo digo porque así nos etiquetan a los que así pensamos, somos partidarios de una supuesta izquierda radical, queremos simplemente intentar que nada humano nos sea ajeno.






1 comentario:

  1. ¡Nunca dejemos de defender aquello que nos da identidad como individuos y como sociedad, aquello que nos hace mirarnos frente a frente y reconocernos como iguales!

    ¡¡Sigamos luchando!!

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